Cuando por primera vez decidí hacer voluntariado opté por la entidad Cáritas, y nada más ni menos que como Administrador de Cáritas Diocesana de Tenerife. Era exactamente el día 9 de abril de 1989. Coincidió mi acceso con la publicación de Cáritas Española "La Carta del Voluntario de Cáritas”, justo con el inicio de un desarrollo de la acción voluntaria desde el ámbito institucional (Unión Europea, gobiernos nacionales y autonómicos) y desde las propias organizaciones de voluntariado.
Siempre he tenido muy claro qué es SER VOLUNTARIO. Ser voluntario es prestar un servicio a una entidad o a una institución con ese carácter, pero sobre todo, es no solo tener disponibilidad para ese servicio, sino “sentirlo, vivirlo, entregarse e incluso, sufrirlo”. Pero después, cuando llegas a casa, sientes una enorme satisfacción y esperas con ansiedad el día siguiente…
Ser voluntario no es ocupar el tiempo libre y la ociosidad que se siente cuando uno se jubila… Ser voluntario es mucho más que eso, porque ocupar el tiempo libre es otra cosa. No te acerques a ninguna ONG con la idea de prestar un servicio voluntario para ocupar tu propia apatía y soledad del trabajo realizado durante muchos años….
La persona voluntaria de Cáritas, según el Modelo de Acción Social, “acompaña, promueve, soporta, potencia, dinamiza, detecta, valora a la persona y dice sin palabras que se puede contar con ella, pero que no suple.”
El voluntariado de Cáritas, es para personas activas que aportan a la sociedad no solo desde las tareas encomendadas, sino también desde las actitudes expresadas.